Powered By Blogger

martes, 25 de enero de 2011

Juguemos Mario Bros!

¡Juguemos Mario Bros!

Si algo tengo que agradecerle a Nintendo es que haya hecho que mi hermano y yo tuviéramos una diversión en común. Hoy no pude evitar retroceder algunos, bueno, más bien muchos años en el tiempo.
A mi hermano le gustaban los cochecitos, a mí las Barbies, las caricaturas que veíamos no eran las mismas; nos llevamos varios añitos así que no había mucho que pudiéramos hacer juntos sin que hubiera pleito seguro.  El jugaba futbol y a mí no me “juntaban” porque era niña, y la única ocasión que sus cuates aceptaron que jugara, rompí un vidrio, jajaja.
Aparte de juegos callejeros, como “las trais”, “bote pateado”, o “policías y ladrones” cuando no podíamos salir a jugar no teníamos entretenimiento en común. Pero en una de esas navidades nos llegó el “Nintendo”.
Y a partir de ahí, ¡a darle! Obviamente los pleitos no terminaron, pero ahora eran por quien iba “primis”, y si la casa de mis papás siempre se caracterizó por estar llena de banda, tanto de mi hermano como mía, ahora si no nos sacaban a jugar ni a patadas, ni a mi hermano, ni a mí, ni al montón de chiquillos que se reunían a jugar al Mario Bros.
Lo que más me sorprendió, fue que recordara truquillos o cositas escondidas, y que justo cuando estaba jugándole, sentía como si estuviera en el cuarto de mis papás (porque era el que tenía la tele grandota), estresándome por no pasar un nivel.
¡Eso era diversión!
Claro que a mi casi siempre me tocaba ser Luigi… no sé si porque mi hermano Memo era más bueno o yo de plano era muy maleta. Y así era con todos los juegos. Mi mamá nos llevaba a Video centro a rentar cartuchos para que sus chamacos se entretuvieran y ahí fue donde empezamos a hacer equipo, jejeje. Y no son celos, pero las pocas veces que le gané, no podía evitar festejar en grande.
Todo iba bien con mi sesión de juegos, hasta que me tocó enfrentarme a Lakitu. Renació mi odio contra ese mendigo mono en su nubecita que no me dejaba avanzar. Y fue cuando me cayó el veinte. Por mucho que tuviéramos pique, que las retas fueran casi casi a muerte (de los personajes), Memo siempre me ayudó a pasar esos niveles que para mi eran dificilísimos y hasta me enseñaba como hacerle. Claro que esa ayuda no quedó solo en los videojuegos. Mi hermano siempre ha estado presente para ayudarme cuando he caído en algún agujero en mi vida.
Por eso creo que Nintendo me regaló al mejor compañero de juegos que pude tener, el incondicional que siempre ha estado conmigo en las buenas y en las menos padres, con quien puedo contar en los momentos en que los niveles han estado rudos y me he atorado para pasarlos. ¡Mi hermanillo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario