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martes, 4 de noviembre de 2014

Día favorito número 4,383

Hoy mi blog abandonado deja de estarlo por un acontecimiento especial. Hace doce años apareció en este planeta la mejor persona que conozco. Hace doce años adquirí un título que aun no logro entender muy bien. El título de mamá. Y así es como un 5 de noviembre, muy nublado por cierto, apareció esa cabeza calva con unos ojos muy abiertos y una garganta que gritaba  a todo pulmón.

Y esa bola regordeta es Ximena. No lloré cuando nació. Me asusté. Me dio un miedo impresionante no saber que hacer con un bebé y más me dio terror cuando la pusieron en mi pecho y así, sin más, dejó de llorar (por un momento pensé que había dejado de respirar jajaja). Pero si lloré la primera vez que soltó una carcajada. Cuando descubrí que no se reía por imitación y había una personita dentro de ese cuerpo redondo y calvo que podía decidir que cosas le causaban verdadera gracia.

En realidad no soy una buena madre. Me caen gordas las tareas, prefiero que cantemos por la vida con el estéreo del coche a todo volumen. A veces tengo que ponerme en mi papel de señora regañona por la ortografía, por la cama tendida, por el uniforme colgado, y tantas cosas que hacemos las mamás cuando nos ponemos en nuestro plan intransigente. ¡Ah! Y una vez me quede dormida para llevarla al cole.

Y aquí viene la parte cursi de este post. Ximena es la mejor compañera de vida que pude haber encontrado en el camino. Estos han sido los doce años más sorprendentes que me ha tocado vivir. Somos un buen equipo.

Y esto si va dirigido para esa monstrua de mi tamaño…

Ximena: Pido disculpas si en algún momento no he sido la mamá que esperabas, o que necesitabas. Gracias por tolerarme, y sobre todo, aceptarme.  Nadie en el mundo ha sido tan leal e incondicional conmigo, como tú lo eres. Agradezco cada “Te amo”, y también cada “Te odio” que me has dicho. No hay uno sin el otro. Me gusta tu adolescencia, que te reveles y cuestiones las cosas. Que me cuestiones a mi. Tal vez porque yo estoy en mi tercera o cuarta adolescencia me caes tan bien con tus ataques hormonales y tus cambios de humor inesperados. Así como tu, tengo miedos. Pero me los aguanto como las meras machas. Y créeme que he disfrutado más la vida cuando los hago a un ladito, de todas formas no pasa nada, siempre tenemos la oportunidad de empezar otra vez. Si en algún momento crees que no voy a aprobar alguna de tus decisiones, no te detengas por mi. Mi amor por ti seguirá siendo el mismo aunque no tengamos la misma opinión de las cosas. Enamórate, aunque te rompan el corazón. Si no, no vas a saber que es tener mariposas en la panza.

Retomando el tema original, yo no soy la mejor mamá, tampoco quiero serlo. Solo espero que mi hija sea feliz, que Ximena haga de su vida lo que le de su regalada gana, porque solo tiene una vida y a eso venimos a este mundo, a hacer de nuestra vida un papalote y a echarlo a volar.

Ximena, ¡feliz cumpleaños! Han sido los doce años más extraordinarios de mi vida. Te amo mucho.

P.D.: El post original ya lo viste =)


lunes, 28 de julio de 2014

Por eso...

Juanga no se equivocó al decir que la costumbre es más fuerte que el amor. Por eso no salimos de "la zona de confort". ¿Les ha pasado?
Y es que a veces llegamos a cierto punto en el que lo desconocido ya no es divertido. Es cansado tener que tejer una historia y un contexto nuevos. Nos gusta lo familiar, lo cotidiano.
No es lo mismo despertar en un lecho conocido, que en una cama extraña. Dormir a pierna suelta sin pensar, sin estar consientes del pudor, el maquillaje, los ronquidos, el roce casual.
Cuando existen antecedentes no es necesario dar explicaciones, y se construye la complicidad. Por eso no salimos de lo mismo.
Las conquista, el cortejo, pasan a ocupar el puesto de honor en el plano de la irrelevancia. Ahí no hay recuerdos. Y a final de cuentas estamos hechos de eso. De lo que fuimos y de lo que vivimos en el antes. Por eso nos atoramos.
Las relaciones, esa madeja de hilos revueltos se entrelazan de formas tan extrañas como el tejido de crochet de la abuela. Con su infinita cantidad de formas y colores.
Es más sencillo lidiar con el hilo conocido, ese que ya sabemos hasta donde se puede torcer sin romper, ese que ya sabemos de donde viene, con todo y sus nudos y  hasta dónde va a llevar. Por eso no nos dejamos.

jueves, 30 de enero de 2014

Cómo sobrevivir al primer beso, lecciones para principiantes

¿Se acuerdan de su primer beso?, ¿les gustó?, porque a mi no... Guácala. El primer beso está sobrevalorado, y no se si las películas de Disney algún día le hagan justicia a los primeros besos. Ximena me preguntó que si me había gustado, y lo único que pude recordar era exceso de saliva, sensación de gérmenes, y torpeza total.

Los primeros besos no son buenos, para que se tenga un buen beso debe haber práctica, pero práctica de campo. Los ensayos con el antebrazo no cuentan. Un beso no es un beso si no se lo das a otro(a) besuqueador(a) con labios, dientes y lengua. Tampoco cuentan los besos a los canes y felinos que tenemos por mascota. El besuqueo al que me refiero se da entre humanos.

A mi me gustan los besos, de eso no tengo duda. Pero el primero no. Que me perdone el involucrado pero no fue bonito, y mucho menos de esos que te hacen levantar los pies del piso.

Me gustan los besos apretados, mordelones, en lo oscurito. Esos que son tiernos y se van haciendo cachondones.

Algunas veces los primeros besos con alguien tampoco son buenos, y merecen una segunda oportunidad. Con el paso del tiempo se vuelven más sabrosos. Si de plano al quintó beso sigue siendo aguado, de esos que dan flojera, o no es el besuqueador indicado, o no nos gusta, o peor, no le gustamos.

Antes de haber besado a cualquier ser humano en la tierra, me aterraba pensar en como lo iba a hacer. ¿Sentada o de pie?, ¿con la boca abierta o cerrada?, ¿y si chocan nuestros dientes?, ¿qué tal si me gana la risa?, ¿con los ojos cerrados o abiertos? Y si los dejo abiertos, ¿haré bizcos?... ¡Susto!

Hasta que besas entiendes que un beso fluye... No hay manera de ensayarlo. Es como bailar, pero una canción desconocida, sin coreografía. Un buen beso se siente hasta en la panza. Con los buenos besos se pierde la noción del tiempo y del espacio. Así son los besos.




sábado, 11 de enero de 2014

Lista de cosas que me hacen feliz

Después de una horrible depresión invernal, de esas que son como cruda después de borrachera de dos días seguidos, cargada de una tristeza inconmensurable, he llegado a la conclusión de que necesito varias cosas en mi vida para ser feliz. Para sonreír.

Necesito sol. El frío no es lo mío. Además de tener que lidiar con esa horrible alergia que me da, y parecer una copia del monito de Michelín de tanta garra que hay que ponerse para no tiritar de frío, tengo que ver el sol para saber que es otro día. Sentir el calorcito quemando mi cara. Los días nublados no son para mi. Es cierto que vivo en un insomnio constante, pero disfruto tanto los días, que para mi la luz del sol es vital. A los que les gusta tanto el cielo nublado, se los regalo. A mi déjenme tirarme al sol como una verdadera lagartija.

Manejar mucho, sin prisa, cantando a todo pulmón. Para poder hablar con mi Maricruz Barrales interior. A veces me hago la loca y no la escucho, y manejar es una de las cosas que provoca ese diálogo, a veces evadido pero necesario.

Sexo. No hay mucho que decir. Pero eso de liberar endorfinas se siente tan bien...

Hacer travesuras. Si, ya se que hay que ser adulta, y que una ñora juvenil tiene que guardar la compostura, pero perder el estilo de vez en cuando no le cae mal a nadie, y menos si va a provocar un dolor de panza de tanta risa. Hacia tanto que no me reía hasta perder el aliento que cansé, jajajaja (me acuerdo y me vuelvo a reír).

Mi osito de peluche. Cuando tenía como ocho años, una vez mi papá me dijo que iba a cumplir 15 años y que iba a seguir durmiendo con ese oso. Ya tengo 33, y sigo necesitando mi oso para dormir en santa paz.

Escribir. Tal vez lo que escribo (y algunas veces publico), no tenga nada de relevante. Pero es de las cosas que me hacen feliz. Es como platicar conmigo siendo yo, pero desde el exterior.

Estas son algunas de las cosas que me han hecho feliz y que, seguramente, me volverán a hacer sentir rebién.

Probablemente aumentarán, pero por lo pronto voy a disfrutar del sol, antes de que el siguiente frente frío haga de las suyas y traiga nubes al cielo azul.

Y si me ven como lagartija, tirada en una banca, no es que esté perdiendo el tiempo, estoy tomando el sol, ja!