Este asunto de la boda de mi hermano me esta poniendo un poco tensa; ya quiero que pase el "gran" evento, porque las bodas no son lo mío.
No me malinterpreten, me da gusto la felicidad de mi hermano y mi cuñada, pero para desgracia de mi madre tiene una hija a la que no le gustan las bodas, y para mi desgracia, tengo una hija a la que le causan emoción y anhelo (¿de qué? No se, pero ha de ser que anhela la fiesta jijiji).
Ok, estoy de acuerdo en que las bodas son para festejar la unión y compromiso de dos personas que se aman, por lo menos en el sentido occidental y romántico de la situación. No voy a entrar en detalles con las culturas que practiquen la poligamia, así que lo dejaré en dos personas. La pregunta del millón es ¿cuánto va a durar esa unión?
Primer desacuerdo: el anillo de compromiso. Se supone que el anillo de compromiso es el símbolo del amor eterno, gracias a que la durabilidad del diamante es "forever" (según esto). Desde mi particular punto de vista el anillo de compromiso es como el objeto de cambio por una promesa, y esa promesa quien sabe si se llegue a cumplir.
Si se trata de regalar algo material como símbolo de que van a amarme por siempre, mejor que me regalen algo que use. Para empezar no me pongo anillos (el voli ball dejo mis dedos chuecos). Que me regale un coche, una iMac, un iPad, un viaje, algo que sí vaya a serme de provecho, ¡haaaa! Porque también acabo de descubrir gracias a Ximena que el anillo debe de costar 3 veces el salario mensual del novio; si pierdo el mugrero de anillo, en una de esas me lo cobran y me dará mucho coraje así que mejor que me regale algo útil, no una piedra que después tenga guardada y no pueda revender.
Segundo desacuerdo: la boda.
Me gustan las bodas ajenas, las que yo no tengo que preocuparme por organizar, en las que brindo y bailo y mi única obligación es llegar a tiempo del salón de belleza, me gustan las bodas donde uso vestido coquetón y tacones altos. No es que yo ande organizando la boda de mi hermano pero bien o mal tengo que ser partícipe del acontecimiento para las cuestiones protocolarias. Y eso ¡me angustia! A mi que me digan que tengo que hacer, donde tengo que pararme, cuanto va a costar, ¡y ya! Para mi gusto es un gastote en una fiesta muy grandota que se puede usar en otra cosa. Además eso del vestido blanco no es lo mío; yo fui una novia bien rebelde de pantalones jajaja.
Tercer desacuerdo: el matrimonio. Una vez cometí la equivocación, y muy grande por cierto, de casarme. ¡No lo vuelvo a hacer! Yo era feliz en unión libre. Creo en el compromiso pero no en el matrimonio. El amor no tiene por qué ser para siempre y menos ser una obligación. Prefiero un amor leal.
Por eso tampoco use anillo de casada (ni el susodicho). Para ser fiel, estar comprometido, amar a alguien, no se requiere de los grilletes... ¡Cof! ¡Cof! Perdón anillos de matrimonio. El matrimonio es un contrato, ¿qué tiene eso de romántico? Romántico que alguien este contigo (o conmigo) ¡por puro gusto!
Por eso y lo que se acumule no me gusta el asunto del casorio. A lo mejor un día cambio de opinión (aunque lo dudo mucho), y me trago mis palabras y mis letras, ¡ja!
Por lo pronto, solo les digo a Ilse y Memo que aunque yo piense de forma diferente me encanta verlos felices. Los quiero.
